En el
nombre del Señor…
Hermanos: fin
inmediato del testimonio cristiano es la edificación del prójimo, a fin de que
se cumpla el plan de Dios que quiere “que todos los hombres se salven”. Pidamos
al Señor que nos ilumine sobre este gran misterio.
Oremos
Oh Dios que, por la salvación del mundo, no
perdonaste ni a tu propio Hijo, enséñanos a apreciar un don tan grande y hacer
del mismo un tesoro para la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
Escuchamos la Palabra de Dios
Del Evangelio según San Mateo
18, 10-14
Reflexión
La
belleza de una vocación:
¡Bendito
seas Tú, Señor porque me has creado! La mirada de Dios a una criatura que se
deja amar y responde con fidelidad, es siempre un acontecimiento maravilloso.
Este grito de alabanza de Clara al final de sus días, es la síntesis de su
riqueza espiritual, de su existencia aceptada en todos sus aspectos, positivos
y negativos, y que ella restituye sin añoranzas ni pesares al Señor.
Contemplando retrospectivamente toda su vida, la capta inmediatamente como una
creación de Dios, como una historia sagrada, bella, positiva. “La comunión
produce siempre belleza”. Clara está plenamente reconciliada consigo misma, con
su pasado, con sus límites y ofrece todo a Dios con serenidad y libertad. Todo
cuanto ha constituido su existencia es fruto de la ternura y del amor con que
Dios la envuelve; y ella se ha hecho “espejo” para reflejar esta belleza divina
en quienes están a su lado. Se ha hecho icono para el mundo, para que todos
puedan contemplar la atención paciente con que Dios se preocupa de sus
criaturas. “Ama totalmente a quien totalmente se entregó por tu amor”, escribe
a Santa Inés de Praga, evocando la exhortación de Francisco asombrado y casi
incrédulo ante la humildad de Dios: “Nada de vosotros retengáis para vosotros
mismos a fin de que enteros os reciba el que todo entero se os entrega”.
Toda la vida de Clara es un himno de
alabanza y de acción de gracias a Aquel que la creó, la guió y la custodió. Se
“miró en el Espejo” que es su Amado y se vio transformada en Aquel a quien
contemplaba y saborea ya el gusto de la eternidad.
La rígida pobreza observada a lo
largo de toda su vida también ha desempeñado una importante labor en la
construcción de esta belleza, pues creó un espacio interior para poder hospedar
al Amado.
Miguel
Ángel definía la belleza como “purificación de lo superfluo”. La vida de Clara
fue una proclamación de la belleza: un camino de purificación, de cincelado
para hacer emerger lo más limpia posible la imagen de Dios que cada uno
llevamos dentro. Pues cuando la experiencia religiosa se vuelve progresivamente
experiencia de un encuentro, todo se transforma, todo deviene sacramento de la
belleza, signo e instrumento de una relación que abarca alma y cuerpo.
La
gracia consiste en olvidarse de uno mismo y si hubiera muerto todo orgullo en
nosotros, la gracia de las gracias consistiría en amarse humildemente a uno
mismo como a cualquier miembro sufriente
del Cuerpo de Cristo.
¿Cómo
podemos volver bella nuestra vida hoy? Valorando los espacios: los angostos
espacios de la clausura pueden convertirse en lugares de fiesta, y no de
penitencia, si están iluminados y caldeados por una Presencia. En la
simplicidad franciscana, que forma y ayuda la relación, hay una belleza
estupenda. Igualmente importante es la Palabra. Para una contemplativa incluso el
silencio se vuelve Palabra viva que informa y transforma la dinamicidad de los
gestos diarios. Cuando la palabra es concebida y modelada por el silencio,
plasma el corazón y transforma la vida. Así el tiempo en que vivimos se
convierte en un elemento indispensable para construir una vida armoniosa:
gracias a la Encarnación vivimos ya en el tiempo de Dios y escribimos nuestra
pequeña historia en este tiempo habitado. Vivir este ritmo sereno del tiempo
significa vivir en el respiro profundo de Dios.
(“Clara
de Asís, un canto de alabanza”. G. Bini, ofm)
Plegaria comunitaria
Hermanos,
el ejemplo de dedicación con la que Santa Clara vivió el misterio de Cristo y
se empleó por la salvación de las almas, nos invita a la fidelidad de nuestra
vocación cristiana y religiosa.
Roguemos juntos diciendo:
Escúchanos, Señor.
el
nombre del Señor…
Hermanos: fin
inmediato del testimonio cristiano es la edificación del prójimo, a fin de que
se cumpla el plan de Dios que quiere “que todos los hombres se salven”. Pidamos
al Señor que nos ilumine sobre este gran misterio.
Oremos
Oh Dios que, por la salvación del mundo, no
perdonaste ni a tu propio Hijo, enséñanos a apreciar un don tan grande y hacer
del mismo un tesoro para la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
Escuchamos la Palabra de Dios
Del Evangelio según San Mateo
18, 10-14
Reflexión
La
belleza de una vocación:
¡Bendito
seas Tú, Señor porque me has creado! La mirada de Dios a una criatura que se
deja amar y responde con fidelidad, es siempre un acontecimiento maravilloso.
Este grito de alabanza de Clara al final de sus días, es la síntesis de su
riqueza espiritual, de su existencia aceptada en todos sus aspectos, positivos
y negativos, y que ella restituye sin añoranzas ni pesares al Señor.
Contemplando retrospectivamente toda su vida, la capta inmediatamente como una
creación de Dios, como una historia sagrada, bella, positiva. “La comunión
produce siempre belleza”. Clara está plenamente reconciliada consigo misma, con
su pasado, con sus límites y ofrece todo a Dios con serenidad y libertad. Todo
cuanto ha constituido su existencia es fruto de la ternura y del amor con que
Dios la envuelve; y ella se ha hecho “espejo” para reflejar esta belleza divina
en quienes están a su lado. Se ha hecho icono para el mundo, para que todos
puedan contemplar la atención paciente con que Dios se preocupa de sus
criaturas. “Ama totalmente a quien totalmente se entregó por tu amor”, escribe
a Santa Inés de Praga, evocando la exhortación de Francisco asombrado y casi
incrédulo ante la humildad de Dios: “Nada de vosotros retengáis para vosotros
mismos a fin de que enteros os reciba el que todo entero se os entrega”.
Toda la vida de Clara es un himno de
alabanza y de acción de gracias a Aquel que la creó, la guió y la custodió. Se
“miró en el Espejo” que es su Amado y se vio transformada en Aquel a quien
contemplaba y saborea ya el gusto de la eternidad.
La rígida pobreza observada a lo
largo de toda su vida también ha desempeñado una importante labor en la
construcción de esta belleza, pues creó un espacio interior para poder hospedar
al Amado.
Miguel
Ángel definía la belleza como “purificación de lo superfluo”. La vida de Clara
fue una proclamación de la belleza: un camino de purificación, de cincelado
para hacer emerger lo más limpia posible la imagen de Dios que cada uno
llevamos dentro. Pues cuando la experiencia religiosa se vuelve progresivamente
experiencia de un encuentro, todo se transforma, todo deviene sacramento de la
belleza, signo e instrumento de una relación que abarca alma y cuerpo.
La
gracia consiste en olvidarse de uno mismo y si hubiera muerto todo orgullo en
nosotros, la gracia de las gracias consistiría en amarse humildemente a uno
mismo como a cualquier miembro sufriente
del Cuerpo de Cristo.
¿Cómo
podemos volver bella nuestra vida hoy? Valorando los espacios: los angostos
espacios de la clausura pueden convertirse en lugares de fiesta, y no de
penitencia, si están iluminados y caldeados por una Presencia. En la
simplicidad franciscana, que forma y ayuda la relación, hay una belleza
estupenda. Igualmente importante es la Palabra. Para una contemplativa incluso el
silencio se vuelve Palabra viva que informa y transforma la dinamicidad de los
gestos diarios. Cuando la palabra es concebida y modelada por el silencio,
plasma el corazón y transforma la vida. Así el tiempo en que vivimos se
convierte en un elemento indispensable para construir una vida armoniosa:
gracias a la Encarnación vivimos ya en el tiempo de Dios y escribimos nuestra
pequeña historia en este tiempo habitado. Vivir este ritmo sereno del tiempo
significa vivir en el respiro profundo de Dios.
(“Clara
de Asís, un canto de alabanza”. G. Bini, ofm)
Plegaria comunitaria
Hermanos,
el ejemplo de dedicación con la que Santa Clara vivió el misterio de Cristo y
se empleó por la salvación de las almas, nos invita a la fidelidad de nuestra
vocación cristiana y religiosa.
Roguemos juntos diciendo:
Escúchanos, Señor.
·
Para que la santa Iglesia pueda hacer
llegar a todos los pueblos el mensaje de la salvación y ayudar a los hombres a
reconciliarse con Dios. Oremos. R.
·
Para
que todos los hombres bajo la guía del
Buen Pastor, se sientan hermanos en Cristo y promuevan juntos la justicia y la
paz. Oremos. R
·
Para que los cristianos viviendo el
misterio de Cristo, difundamos en el mundo la caridad, a fin de que el mundo
crea. Oremos. R.
·
Para que nosotros, aquí reunidos,
invitados por el ejemplo de nuestros santos aprendamos a ser celosos apóstoles
de la fe por la gloria de Dios y para la salvación del mundo. Oremos. R
Ahora en silencio, pidamos al Señor
por intercesión de Santa Clara, las gracias que deseamos alcanzar en esta
Novena. (Petición)
Padrenuestro, Ave María y Gloria
Oremos
Oh Dios, que diste a Santa Clara tanta fe y un
celo ardiente por la salvación de las almas, concédenos también a nosotros ser
fuertes en la fe y gastar nuestra vida por el bien temporal y eterno de
nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.