Romance Clariano
Loemos a Santa Clara
seráfica en el amor:
En ocho siglos gloriosos
¡nunca su luz se extinguió!
I
Fuiste, Santa Clara ardiente
como un rayito de sol,
que la noche de aquel siglo
tenebroso, iluminó.
Parecía que se ahogaba
entre guerras y ambición;
pero la luz de Francisco
que en tu vida se encendió
vino entonces sobre el mundo;
e inundándolo de amor,
volvió la paz, la alegría,
¡y el mundo se renovó!
II
Te admiramos, Santa Clara:
eres la mística flor
que extendiste tu perfume
de silenciosa oración;
hacia el jardín de la Iglesia,
y en ella, con gran fervor
miles de vírgenes santas
aprendieron tu lección;
y sigue tu ideal vivo,
y vivo sigue tu amor
con juventud perdurable
en gozosa floración.
III
Te seguimos, Santa Clara,
enamorada de Dios
cuyo amor hacia el Esposo,
rayo del divino Sol,
mantiene tu antorcha ardiente,
comunicando el calor
que Jesús-Eucaristía
con su fuego acrisoló...
Tienes la viva palabra
de tu divino Señor:
¡"Siempre seré tu Custodia!
¡No te acobardes! ¡Soy Yo!"
(Sor Mª Teresa de la Inmaculada)
SANTA CLARA: UN MENSAJE DE PAZ
¡Clara!, naces de un linaje
donde el ambiente de guerra
que asolaba aquella tierra
te envuelve con su engranaje.
¡Tú, que eres toda dulzura,
ves cómo la violencia
se apodera con frecuencia
del solar de tu andadura.
Y usas un arma invencible:
ante Cristo Eucaristía
¡la oración!, que es melodía
para el Señor invisible.
¡Qué asombro! ¡Qué gran consuelo
sentiste en el santuario,
que del fondo del Sagrario
te vino una voz del cielo!:
"Yo seré vuestra Custodia
desde ahora, eternamente.
¡Soy la Vida! ¡Soy la Fuente
de la paz y la concordia!
"¡No temáis! Las oraciones,
que alzáis la cielo las manos,
alcanzan a los humanos
toda paz y bendiciones"
(Sor Mª Teresa de la Inmaculada)
SANTA CLARA: UN MENSAJE DE ALEGRÍA
El Sol brillante, Jesús
hizo crecer la "plantita"
en el jardín que ella habita,
En el jardín del amor,
en que el pan de la alegría
es la dulce Eucaristía
franciscano y soñador.
Floreciendo la humildad,
la rosa de la dulzura,
y el lirio de la blancura
florece la caridad.
Y florece la alegría
en Clara y en cada hermana:
la alegría franciscana
Clara vestida de luz
de alegría y de belleza,
es la misma gentileza,
seráfica en plenitud.
Es mensaje de ilusión
y de gozosa esperanza
que canta a Dios y le alcanza
con júbilo en su oración.
(Sor Mª Teresa de la Inmaculada)
Cuando la tarde declina
de un siglo que ya fenece
una clara luz se ofrece
con signos de profecía...
¡Clara, luz! naces ardiente,
será tu estrella María
y después la Eucaristía
que ha de ser tu amor ferviente.
De Jesús enamorada
serás la esposa querida:
¡Cristo es tu Centro y tu vida
tu más dichosa morada!
¡Clara es tu nombre! ¡QUé hermoso!
¡Ved qué bellos resplandores
difundesn luces de amores,
al nuevo siglo glorioso!
Y herencia de amor ardiente
es la gran sabiduría
que quien tiene Norte y Guía
en tu Estrella fascinante.
Es un mensaje de vida,
lleno de luz inefable:
¡Amemos al Dios amable,
como Clara, sin medida!
(Sor Mª Teresa de la Inmaculada, osc)
¡CLARA, TODA DE JESÚS!
con
claridad de estrella inextinguida
y
seguiste endiosada
una noche
en huída
¡a Jesús,
atractivo de tu vida!
No te
importó, por tanto,
abandonar
de noche tu castillo;
Jesús, tu
Luz, tu encanto,
te
entregaba su anillo
¡quedando
tú extasiada ante su brillo!
Jesús que
es la alegría,
la
Plenitud, la Vida desbordante,
colmó en
la Eucaristía
tu
corazón amante,
¡de su
amor y pureza fascinante!
A Francisco
seguiste
por
derrotero aún desconocido:
¡la
pobreza acogiste!
llegando a
ser su nido
tu
conventillo humilde y escondido.
En pos de
ti, atraídas
por la
gentil belleza del Amado,
mil
vírgenes floridas
siguieron
tu legado:
y vieron
que su anhelo ¡era colmado!
Mas, hubo
una asechanza
en que el
temor fue grande, pavoroso…
pero tu
gran confianza
pusiste
en el Esposo,
y Él te
escuchó solícito, amoroso.
“¡No
temas! Has de ver el
fin de este
peligro y aventura;
pues
siempre Yo he de ser
¡tu
Custodia segura!
¡Estoy
siempre contigo en tu andadura!
(Sor Mª Teresa de la Inmaculada)
“Me amó hasta el fin”
Sor Mª Teresa de la Inmaculada (+)
EN LA NOCHE DEL AMOR
En la noche del amor
en vino y en Pan dorado
te
nos das todo inmolado
en
sacrificio, Señor.
Te
ocultas ¡oh Redentor
con
ternura, con vehemencia!
para
dejarnos la herencia
más
preciosa, cual podías:
¡nos
dejas la Eucaristía!
¡Todo
el cielo en tu Presencia!
Yo
te rindo adoración
en
esta Noche Sagrada,
y
deseo enamorada
¡entrar
en tu Corazón!
¡Oh!
¡Qué dichosa mansión!
¡oh,
qué cielo de reposo!
mas,
hoy, ¡será doloroso
nuestro
encuentro, Dueño Amado!
¡permaneceré
a tu lado
ardiendo
en fuego amoroso!
¡ENCIÉNDEME, JESÚS EUCARISTÍA!
Atendiendo a
mis clamores
estás en el
Santuario:
¡Oh Jesús,
fuego de amores!
¡Enciéndeme ya
en tus llamas!
pues por lo
mucho que me amas,
¡quieres
tenerme Contigo!
Y así ¡mi
Esposo y mi Amigo
para mi alma te
proclamas!
Sí, Jesús,
¡eres mi Vida,
mi Verdad y mi
Camino,
mi Confidente
divino,
mi Esperanza
florecida!
¡Qué viva
siempre a Ti unida
en el gozo y el
dolor!
Con tu fuego
abrasador,
enciende vivo
mi anhelo,
de abrazarte en
ese cielo,
¡donde me
embriagues de amor!
SUEÑO DIVINO
¡Navidad! Sueño divino
de aquella noche de estrellas
en que la más blanca y pura,
la más luminosa de ellas,
alumbró la luz del mundo
cual cascada de centellas
Bajo la mirada ardiente
de la Virgen Nazarena,
descansa sobre su pecho
esta flor de gracia llena.
Es el Niño de Belén
cual gotita de rocío;
es la leche y es la miel
que manaron como un río
por los montes y los valles
del mundo lleno de frío.
¡Mírale, alma dichosa!
que en tí nace, te ha escogido
para abrirse en esta noche
como lirio florecido.
Y en contemplación absorta
de este prodigio increíble
adora, medita y canta
con un gozo incontenible.
Susúrrale con dulzura
tus coloquios amorosos;
dile con toda ternura
que es tu cielo, tu reposo.
Que te dé su amor inmenso,
que te dé su Eucaristía;
que te dé su paz serena;
que te otorgue su alegría.
(Sor Mª Teresa, osc)
EN ESE CORAZÓN
Al fin has encontrado
el hueco de ese pecho enardecido,
que por ti traspasado
quedó abierto y herido
para ser tu morada y blando nido.
Él encierra un abismo
de virtudes, de gracia y de hermosura;
tesoros de lirismo,
de amor y de ternura,
para ti reservados con finura.
Arroja en ese abismo
lo negro de tu vida, su dureza,
pues ese fuego mismo,
hoguera de pureza
lo transforma en blancura y en belleza.
Contempla esa abertura
donde el amor de un Dios se ha concentrado:
amor de tal anchura,
tan alto y dilatado,
que es como un mar sin fondo, desbordado.
Y entra ya sin temores
en ese corazón, hogar caliente,
que se abrasa de amores,
y te busca ferviente,
pues te ha sellado con su beso ardiente.
Permanece segura
en medio del desierto impresionante
o en la recia amargura
que encuentres desbordante
¡Confía en tu Jesús, dulce y amante!
¡Confía ciegamente
en ese Corazón potente y santo;
tu alcázar permanente,
tu fuerza en el quebranto,
esperanza y consuelo de tu llanto!
¡Confía ciegamente
aunque sientas que se hunde tu barquilla..!
y sientas deprimente
muy lejana la orilla...
¡Piensa que hay una estrella que aún te brilla!
¡Oh, qué estrella! ¡Qué calma!
¡es ese Corazón todo ternura!
donde encuentra tu alma
manantial de dulzura,
descanso, protección, gozo y hartura.
Vive, pues, escondida
con Él en el misterio trinitario,
por la brisa mecida
del místico santuario
como en un cielo inmenso: ¡tu Sagrario!
Y así, con tu mirada
fija en la eternidad de luz transida,
la Patria deseada
esperarás perdida
¡en ese Corazón que es ya tu vida!
(Sor Mª Teresa, osc)
AL DIVINO NAZARENO
¡Oh Divino Nazareno!que me miraste al pasar:
¿cómo podré yo expresar
ese tu mirar sereno?
Fue una mirada silentepero de paz y ternura;
un mirar todo dulzura,
¡todo amor..., harto elocuente!
Es tan honda tu mirada,
que llega hasta el corazón;
y lo llena de emoción
en las lágrimas colmada.
Porque en tus ojos divinos
que reflejan ese amor,
he visto también dolor...
la aflicción de tu camino.
Caminas hacia la cumbre
donde te espera la Cruz:
y en ella ¡hallará la luz
una inmensa muchedumbre!
Vas a morir por salvarnos
en la Cruz, que es tu victoria;
pues en ella está la gloria
y a tu gloria has de llevarnos.
¡Gracias, Dulce Nazareno!
¡Gracias oh Jesús Divino!
¡Gracias por este camino
por el que nos das tu Cielo!
(Sor Mª Teresa de la Inmaculada)
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