SAN MARCOS 13, 33-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-- Mirad, vigilad: pues no sabéis cuando es
el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejo su casa, y
dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que
velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la
casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al
amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo
que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!
DESDE TU POBREZA A
CRISTO:
El de Adviento es un tiempo
litúrgico de preparación para la
Navidad, pero de Adviento es todo el tiempo de la Iglesia, cada día en la
vida de los fieles, pues vivimos esperando a Cristo, deseando a Cristo, amando
a Cristo.
No me preguntes cuántos fieles
hubo hoy en la celebración eucarística. Pregunta cuánto amor, cuánto deseo,
cuánta esperanza había en el corazón de cada uno, y sabrás si hubo hoy un
verdadero Adviento en nuestra comunidad.
Ya sé que, desde lo hondo de tu
intimidad, desde la verdad de tu vida, puedes estar pensando: es que yo no amo
a Cristo, yo no deseo su venida, yo no espero ninguna navidad.
No tengas miedo. Has de acercarte
a ti mismo antes de que puedas ver que tu Salvador se acerca a Ti. Has de
acercarte a tu pobreza, a tu oscuridad, a tu necesidad, a tu noche, a tus
pecados… Si no busca a Cristo el amor de tu corazón, que lo busque tu
indigencia; que es el Señor amigo de indigentes, y por ellos vino a la pobreza,
a la oscuridad, a la necesidad, a la noche, al pecado, pues Dios, “enviando
a su Hijo en semejanza de carne de pecado y en orden al pecado, condenó el
pecado en la carne”, condenó tu pecado en su carne.
Que anhele tu deseo lo que
necesitas, que espere todo tu ser lo que deseas, que aprenda tu corazón a amar
lo que esperas. Sube desde tu necesidad a Cristo, y Cristo vendrá a ti para ser
tuyo.
Vendrá y lo reconocerás, lo
amarás, lo cuidarás: escucharás su palabra, recibirás su Espíritu, comulgarás
su cuerpo, lo verás en la comunidad, lo abrazarás en los pobres, y recordarás
siempre con gratitud que fue tu pobreza la que te abrió la puerta de la fe para
que le deseases, le esperases, le amases.
Feliz tiempo de Adviento. Feliz
encuentro con Cristo.
--
Siempre en el corazón Cristo.
+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger