"¡Estad siempre alegres en el Señor!"
ISAÍAS 61, 1-2a. 10-11
"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque
el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los
que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la
amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar
el año de gracia del Señor.
Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro
con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en
un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se
adorna con sus joyas. Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace
brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos
ante todos los pueblos."
PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS TESALONICENSES 5,16-24
"Hermanos:
Estad siempre alegres. Sed constantes en
orar. En toda ocasión tened la Acción de Gracias: ésta es la voluntad de
Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros. No apaguéis el espíritu, no
despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo
bueno. Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la Paz os
consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea
custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo. El
que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas."
“DESBORDO
DE GOZO CON EL SEÑOR”:
El apóstol nos recuerda la condición que es
connatural a la tierra nueva que, en Cristo Jesús, Dios ha preparado para sus
hijos: “Estad siempre alegres en el
Señor; os lo repito: estad alegres”. La alegría de los redimidos es
evidencia de la salvación con que Dios los ha visitado. La alegría se nos ha
pegado a las entrañas con la fe que se nos ha dado, con la esperanza que nos
fortalece, con el amor que nos envuelve, nos unge y nos envía.
También nosotros, con el profeta, con el Mesías
Jesús, con María de Nazaret, proclamamos en medio de la asamblea eucarística: “Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro
con mi Dios”, “se alegra mi espíritu en Dios mi salvador”.
No entonamos nuestro canto con los poderosos de la
tierra sino con los humildes, pues nuestra alegría no la conocen los ricos sino
los hambrientos.
Ungida de amor, de alegría, de Espíritu Santo, sales
enviada a los pobres, Iglesia cuerpo de Cristo, para llevarles, con el Espíritu
Santo que se nos ha dado, el amor y la alegría.
Si el hambriento no queda lejos de tu pan, si el sin
techo no queda lejos de tu corazón, si el extranjero no queda lejos de tu
abrazo, si el humillado no queda lejos de tu ternura, ninguno de ellos quedará
lejos de tu alegría.
Entonces, todos cantarán contigo bajo un cielo
nuevo, en la tierra nueva: “Desbordo de
gozo con el Señor… Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador”.
Con tus manos, Dios hace nuevas todas las cosas.
Feliz domingo.
Siempre en el corazón Cristo.
+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger