sábado, 27 de febrero de 2010

2º Domingo de Cuaresma: LA TRANSFIGURACIÓN (Lucas 9, 28b-36)


"Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a lo alto de una montaña para orar. Y mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecieron con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y espabilándose vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: "Maestro, qué hermoso es estar aquí. Haremos tres chozas: una para ti , otra para Moisés y otra para Elías". No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: "Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle". Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto".

1.- LEE / ESCUCHA: ¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Relata la transfiguración de Jesús. Jesús se deja ver tal cual es. Lleva a tres discípulos, los mismos que le acompañarán en Getsemaní, y que presencian también el milagro de la resurrección de la hija de Jairo.
Los discípulos se caen de sueño, como en el huerto de los Olivos.
Suben a la montaña para orar, y es durante la oración, cuando se produce la teofanía, como ocurre en el Bautismo de Jesús en el Jordán.
Es también signo de la transfiguración que Cristo opera en cada cristiano.

2.- MEDITA / ASIMILA: ¿QUÉ TE DICE HOY LA PALABRA?
El Señor me invita a subir a la montaña y a escuchar a su Hijo, lo que puede significar soledad, silencio y oración.
"¡Ven! Sube conmigo al monte para orar. Quiero mostrarte mi rostro"

3.- ORA /CONTEMPLA: ¿QUÉ LE DICES AL SEÑOR CON LA PALABRA?
¡Oh Jesús! qué delicadeza por tu parte mostrarte a tus amigos más cercanos tal cual eres, para prepararles a tu Pasión y muerte, y que no dudaran de quien eres. Y ¡qué debilidad la nuestra! que llegado el momento, huímos y escapamos por miedo a perder la vida (la fama, la reputación...)
¡Jesús, déjame verte transfigurado! para poder seguir caminando cuando llegue la noche.

4.- PON EN PRÁCTICA / ANUNCIA: ¿QUÉ HACER CON LA PALABRA?
Cuidar los tiempos de oración, soledad y silencio para poder escuchar mejor a Cristo.
Intentar vivir con más intensidad la presencia de Jesús en mi vida cotidiana, para que quien me mire, le vea.

viernes, 26 de febrero de 2010

SEÑOR, TÚ ERES MI FORTALEZA


Nací en un pueblo de la provincia de Valladolid, de una familia muy cristiana (gracias a Dios); me educaron muy cristianamente; procuraba seguir sus enseñanzas, pero al ser un poco jovencita me aparté un poco entregándome al mundo (aunque eso sí, practicaba lo que había aprendido). Lo bueno nunca se olvida.
Un día caí con un grupo de jóvenes muy buenas que charlaban de vida espiritual, yo las escuché con mucha atención y al despedirme me quedé muy pensativa de lo que habían dicho. Entonces se me ocurrió ir a una iglesia y ante el Señor seguí meditando en ello. Había un confesor y me confesé. Mi alma quedó llena de paz, y al acabar me dijo el padre: “vuelves tal día”. Y así fue, me acerqué por segunda vez y me gustó tanto que yo iba sin que él me mandara (aunque sí me lo decía).
Al salir de la iglesia me enteré que había unos Ejercicios Espirituales (yo estaba en León hacía una temporada) en San Marcos para jóvenes. Me decidí (¡bendita la hora!); los hice con tanta ilusión que todo lo del mundo desapareció en mí.
Yo seguía con el confesor de tal forma, que yo era otra, pues el padre me encauzó con mucho acierto en la piedad o vida espiritual. Yo me encontraba totalmente cambiada y si veía alguna religiosa decía: “Y yo ¿por qué no?”. Tanto lo pensé que le manifesté al padre que parecía yo quería ser monja. Él lo aprobó, yo me puse muy contenta, pero claro, convenía pasara algún tiempo. No me importó.
En ese tiempo caí enferma, bastante mal. “Si me pongo buena Jesús, yo seré para ti”. Pasó el tiempo y gracias a Dios superé la enfermedad. Entonces dije a mis padres: “Quiero ser monja, aquí en León, en las Descalzas” donde ya tenía una hermana. No se opusieron, nada más dijo mi padre que había que esperar un poco más. Todo me parecía bien, yo lo que quería era entrar en las Descalzas y Dios me fue fortaleciendo hasta que al fin gracias a Dios, se me logró.
Llevo muchos años, soy muy feliz; siempre lo he sido porque encontré en el Convento lo que quería: unas hermanas buenísimas, llenas de caridad, alegría, dulzura, educación, un amor tan grande que no dejo de dar gracias a Dios por haber dejado todo lo del mundo. Porque sólo aquí he encontrado a Dios, mi único deseo e ilusión de ser toda de Él, para por Él entregarme a la oración y en ella pedir para que el mundo sea mejor, y haciendo todos los días una súplica por haber conocido este Convento aquí en León, donde soy tan feliz y pido por él.


Sor Mª Consolación de los Sagrados Corazones

jueves, 25 de febrero de 2010

Una Aventura Sorprendente (XXVIII)


NUEVAS CONFIDENCIAS
Aquella tarde primaveral de fiesta, se había presentado espléndida. María y José con su Hijo Jesús salieron de la sinagoga muy animados a pasar, en familia, una hermosa tarde de campo.
Pasando por viñedos y trigales, se dirigieron hacia el Bosquecillo de los Corzos, donde había una preciosa fuente cristalina, de agua fresca y finísima que corría cantando rumorosamente por un reguero entre peñas hacia el Gran Río. Era un paraje encantador, muy frecuentado por ellos, pues todo les hablaba de la belleza de Dios en sus criaturas. El bosque lleno de verdor, de árboles y de matorrales, de plantas y de flores, era una delicia. Hasta ellos llegaba el perfume de los lirios, de las humildes violetas y de los rosales en flor, blancos y rojos, y de miles de florecitas del campo. En el ribazo de la pradera, cerca de la fuente se sentaron.
A Jesús le encantaba contemplar la naturaleza. Como que penetraban sus ojos en la creación (en ella tenía Él parte: "todo se hizo por Él y para Él"), desde la luz del sol que se iba hacia el ocaso, hasta las briznas de hierba, los trigales, las flores, la fuente que corría por el Bosquecillo... todo le llamaba la atención. En estos años de silencio en Nazaret se formaba y preparaba para su vida futura de predicador incansable...
Estando en el campo, como en esta ocasión, le servía de meditación el mismo paisaje. Siempre les acompañaba el libro de las Escrituras Santas.
José abrió el Libro y lo entregó a Jesús. Era Él, a quien siempre encargaban presidir el rezo.
Jesús dijo: Proclamaremos un himno a nuestro Padre Dios, que nos regala estas maravillas de la tierra.

"Bendito eres Señor, Dios nuestro, por los siglos de los siglos.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra;
tú eres rey y soberano de todo;
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
Que te sirva la creación,
porque Tú lo mandaste y existió;
enviaste tu aliento y la construiste: nada resistir a tu voz.
Por eso Dios nuestro, nosotros te damos gracias,
alabando tu nombre glorioso"

Jesús comentó:
- El sentimiento de la gratitud, tenemos que tenerle siempre muy vivo para con nuestro Padre Dios.
- Cierto, -dijo María-; al fin todo se lo debemos a Él.
José intervino diciendo:
- Háblanos, hijo, de nuestro Padre Dios. Ya sabes que tu madre y yo, no nos cansamos nunca de escucharte. ¿Cómo se puede definir a Dios?
- Claro que no se puede definir a Dios, -dijo Jesús-, porque no se puede abarcar su grandeza con palabras. Sin embargo tenemos que llegar a conocerle de algún modo por las palabras.
Hablar del Señor Dios nuestro Padre es algo sublime. Cierto que nadie puede conocer a Dios de un modo perfecto; sólo el Hijo. Pero el Hijo mismo como sabéis no lo os puede revelar tal cual es; eso es imposible. Sin embargo, de modo imperfecto es el conocimiento que se puede alcanzar de Dios en este mundo. Y es como yo os hablaré de Él, ponderando sus atributos positivos y negativos.
Pero ahora debemos regresar ya de nuestro paseo que ha sido delicioso.
Mañana, quizá podremos hablar con calma de nuestro Padre Celestial.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Una Aventura Sorprendente (XXVII)


IDENTIDAD DEL HIJO DE DIOS
En el hogar de Nazaret transcurre el tiempo muy feliz, ya que María y José tienen la suerte única en el mundo, de convivir con el Hijo de Dios humanado. Y Él, por supuesto, era con sus padres cariñoso y comprensivo en la vida ordinaria.
Pero el Niño había crecido y era ahora un joven, por cierto, de unas cualidades humano-divinas extraordinarias: Un cuerpo perfectísimo formado por el Espíritu Santo (en el seno de una madre Virgen), de una belleza y una estatura prócer "el más bello entre los hijos de los hombres", dicen los Libros Sagrados, de un supremo atractivo.
Dotado  de una inteligencia clarísima, que sin ser enseñado en muchas cosas, las conocía con una ciencia completa. Su memoria prodigiosa retenía todo, sin trabajo y sin olvido. Una voluntad libre e independiente, pero sumisa al Padre Celestial e identificada con Él, con un corazón abrasado por el fuego del amor a Dios y a los hombres. El Espíritu Santo estaba sobre Él.
El joven Jesús tenía, pues, una personalidad que, sin saber quien era, se notaba ciertamente un "algo indefinible", único, eminente y distinguido en todo su porte.
En sus conversaciones con sus padres María y José en el hogar, surgían preguntas, que Jesús con bondad infinita trataba de aclarar. Y era con ellos con los que únicamente podía comunicarse tal cual era.
- Dinos, hijo amadísimo, -decía María-. Siempre me llama la atención el salmo que dice: "Tú eres mi Hijo, yo te engendrado hoy. Pidémelo, te daré en herencia las naciones; en posesión los confines de la tierra". ¿Cómo se va a realizar esa promesa de nuestro Dios?
- Bueno, Madre, en parte ya se ha realizado. Recuerda lo que te dijo el ángel antes de mi nacimiento.
- ¡Ah sí! ¡Qué anuncio me hizo tan grande, cargado de misterio! Lo recuerdo perfectamente, hijo mío. Y algo parecido se le dijo a José.
- Sí, -intervinó José- ¡aquello es inolvidable!
- Dime, padre, -dijo Jesús, sonriendo- ¿Qué te dijo a ti el ángel cuando me contabas que tuviste un sueño?
- Te diré, hijo mío. que aquello fue para mí como devolverme la vida. Las palabras fueron así: "José, hijo de David, no temas; que de tu esposa nacerá un hijo, al que tú llamarás Jesús, y él salvará a su pueblo de sus pecados". Y me dijo el ángel otra palabra me dejó sobrecogido de admiración: Es "Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros"; ¡demasiado grande para mí!
Jesús se había emocionado. Pero dijo:
- Es muy pronto  para aclararos todo eso, pero sabed, que ciertamente se ha de cumplir todo lo que está prometido. Lo que dice el salmo se refiere al Reino de Dios, que ha de venir a todo el mundo.
- Pero -dijo María- temo muchas veces que para realizarse te alejarás de nosotros...
- Nada de eso, Madre. El Reino de Dios que yo implantaré en el mundo, es un reino espiritual, un reino de amor y de paz. Este reino espiritual oculto está allí donde el amor de Dios llena los corazones.  Es un reino de misericordia y de perdón. Está ya dentro de vosotros. Sois la primicia de este reino.
- ¡Qué hermoso me parece todo eso, hijo mío! -dijo María-; mas, no puedo comprender bien tus divinas palabras...
Jesús dijo:
- Ahora no lo comprendéis, pero ya lo iréis comprendiendo. Todavía no ha llegado la hora que el Padre me tiene señalada. Entre tanto, tenéis que vivir sin temores, pues Él quiere para nosotros todo bien.

martes, 23 de febrero de 2010

Domingo 1º de Cuaresma: JESÚS ES TENTADO POR EL DIABLO (San Lucas 4, 1-13)


"Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: "Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan". Jesús le contestó: "Está escrito: 'No sólo de pan vive el hombre'". Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo, y le dijo: "Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo". Jesús le contestó: "Está escrito: 'Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto'". Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: 'Encargará a los ángeles que cuiden de ti' y también: 'Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras'". Jesús le contestó: "Está mandado: "No tentarás al Señor tu Dios". Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión."

1.- LEE / ESCUCHA: ¿QUÉ DICE EL TEXTO?
En el desierto, Jesús es tentado por el diablo, que le ofrece una manera de llevar a cabo su misión distinta de la voluntad de Dios, según las expectativas de la gente de cómo tenía que ser el mesías, mediante el poder, la riqueza y el éxito
Jesús utiliza la Sagrada Escritura para rechazar las tentaciones, pero ¡ojo! también el diablo lo hace para tentarle.
Al final, Jesús vence.

2.- MEDITA / ASIMILA: ¿QUÉ TE DICE HOY LA PALABRA?
En el comienzo de esta Cuaresma (cuarenta días), el Espíritu me invita a acompañar a Jesús en el desierto, para prepararme a la gran fiesta de la Pascua.
Allí voy a ser tentada en las necesidades y debilidades de mi naturaleza humana (el diablo no va a ofrecerme todos los reinos de este mundo), pero Jesús me indica el camino para vencer la tentación: la Palabra de Dios.
Debo tener presente las respuestas de Jesús ante las tentaciones: "No sólo de pan vive el hombre"; "Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto"; "No tentarás al Señor"

3.- ORA / CONTEMPLA: ¿QUÉ LE DICES AL SEÑOR CON LA PALABRA?
¡Gracias Jesús! porque quisiste pasar por la prueba de la tentación, para que cuando nosotros pasemos por ella nos acordemos de ti.
Gracias, porque en cada tentación estás a nuestro lado diciéndonos: "Confiad: Yo he vencido al mundo".
Gracias porque nos indicas el camino para vencer la tentación: retener la Palabra de Dios en nuestro corazón , convirtiéndola en norma para nuestra vida.
Enséñanos a apoyarnos en Ti, porque solos no conseguiremos nada: "Todo lo puedo en Aquel que me conforta"; "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?"

4.- PON EN PRÁCTICA / ANUNCIA: ¿QUÉ HACER CON LA PALABRA?
En esta Cuaresma alimentarme más de la Palabra de Dios, acogerla en mi corazón para que sea luz en mi camino, y cuando llegue el momento de la tentación, acudir a ella para superarla y vencerla.


martes, 16 de febrero de 2010

Una Aventura Sorprendente (XXVI)

VIDA SILENCIOSA DEL ENVIADO DE DIOS
Pasaron los años. En la vida del Enviado del Señor se habían cumplido las antiguas profecías, según hemos visto en la Historia precedente.
Pero la vida de este Niño sigue estando llena de vicisitudes. La Sagrada Familia, que se había establecido en Belén, tuvo que huir inmediatamente ante la amenaza de muerte que decretó sobre el Niño el cruel y tirano rey Herodes.
De noche, sin perder tiempo, tuvieron que emprender un viaje larguísimo, emigrando a otro país: Egipto. En este país tuvieron que permanecer varios años, hasta que fueron avisados por el cielo, que ya podían volver a su patria, pero no a Belén, de donde habían emigrado, sino a Nazaret, ciudad más tranquila y lejana del centro del país, que como sabemos, era Jerusalén.
Así viviendo en Nazaret, se había perdido la pista del Niño prodigioso, nacido entre cánticos angélicos, y visitado por reyes guiados por una estrella, que fueron testigos eficaces de la Revelación divina de este Niño en todo el mundo, además de lo profetizado por el anciano llamado Simeón.
Ahora el Niño que vivía en Nazaret, era simplemente el "hijo del carpintero y de María", conocidos de todos los vecinos.
De este modo su vida anterior quedó oculta a los ojos de sus conciudadanos, pasando desapercibido su verdadero mesianismo.
Unos treinta años había de pasar en esta vida de familia, la cual fue muy importante. De sus padres, María y José, aprendió Jesús a ser hombre perfecto, pues "crecía en sabiduría delante de Dios y de los hombres".
En el hogar de Nazaret aprendió a leer, a rezar, a trabajar, a obedecer y a practicar todas las virtudes, como hombre, pues, como Dios, toda la vida espiritual la tenía infusa, como toda ciencia ya que el Espíritu Santo estaba sobre él.
Sin embargo, Él se encarnó no sólo para darnos a conocer a Dios, su Padre, y salvar a los hombres con su sacrificio reconciliándonos con Él, sino también para darnos su testimonio de vida, semejante a la de todos los hombres. Y así nos amó tanto, que quiso ser (excepto en el pecado, pues siendo Dios era impecable), quiso ser y llamarse "Hijo del hombre", como cualquier hombre nacido en la tierra.
Solamente María y José estaban en el secreto de este Hijo divino, que era para ellos un continuo misterio...
Cuando llegó la edad de 12 años se presentó en el Templo con sus padres, y sin darse ellos cuenta, se quedó en el Templo. Sus padres, como había costumbre de ir en caravanas distintas, al llegar a la primera estación de descanso en que se encontraron María y José, vieron que el Niño no iba ni con uno ni con otro, y que tampoco iba con los parientes con los otros niños de su edad; y asustados y muy alarmados, con las lágrimas en los ojos lo buscaron con la mayor diligencia.
Tardaron en encontrarle tres días, que fueron para los padres un martirio. Nadie les daba razón de él. Por fin lo encontraron en un salón del Templo donde estaban los sabios y doctores enseñando. Allí estaba el Niño "sentado entre los doctores, oyéndoles y haciéndoles preguntas... Y cuantos le oían quedaban estupecfactos de la inteligencia de las respuestas" de este Niño. A Marïa y José al verle se les abrió el horizonte, quedando a la vez muy sorprendidos; tanto, que su madre no pudo menos de decirle: "Hijo, ¿por qué has obrado así con nosotros? Mira, que tu padre y yo te buscábamos angustiados". "Él les dijo: ¿por qué me buscábais? ¿no sabíaís que es preciso que me ocupe en las cosas de mi Padre? Ellos no entendieron la respuesta".
Sin embargo, volvió con ellos a Nazaret y nota el Libro Sagrado, que "les estaba sujeto y que su madre conservaba todo esto en su corazón" (San Lucas, 2)

sábado, 13 de febrero de 2010

LAS BIENAVENTURANZAS (Lucas 6, 17. 20-26)


Este domingo nos trae un mensaje nuevo e importantísimo sobre la felicidad. Ya el Profeta Jeremías apunta hacia donde está la felicidad verdadera que todos los humanos deseamos conseguir: no está en apartarse de Dios sino en buscar al Señor y poner en Él toda la confianza. Y el Profeta lo dice con imágenes bien expresivas: "cardo en la estepa" el que se aparta de Dios; "árbol plantado junto al agua" el que confía en el Señor.
San Pablo asegura que la felicidad la podemos tener todos los creyentes. La fe en Cristo resucitado es nuestra esperanza y nuestra felicidad.

Evangelio:
"Bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo: porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ayu de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas".


1.- LEE / ESCUCHA: ¿QUÉ DICE EL TEXTO?
Como vemos, recoge el discurso de Jesús llamado de las Bienaventuranzas. Es un discurso programático, de un mensaje novísimo: en San Mateo es más extenso. Aquí se recoge cuatro bienaventuranzas y cuatro lamentos.
Eran los primeros tiempos de su predicación. Jesús acababa de elegir a sus discípulos, y se agolpaban las muchedumbres para escucharle. Porque este predicador excepcional y único encarna la Palabra que expresa. Este sermón es la expresión del pensamiento de Dios, y Cristo es la personificación viviente de este pensamiento: Él es la Palabra encarnada. Él vive y representa el ideal que traza en toda su hermosura.
Así comienza el tema de la felicidad: "Dichosos vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de los cielos..."

2.- MEDITA / ASIMILA: ¿QUÉ TE DICE HOY LA PALABRA?
Me dice en primer lugar que el criterio de Jesús es completamente contrario al criterio del mundo. Me dice  que estoy ante un ideal de incomparable belleza, representado en el mismo Cristo-Jesús que es el Hijo de Dios que ha venido hasta nosotros para comunicarnos el secreto de la verdadera felicidad que está en la salvación que nos ofrece; Él es la luz del mundo y la sal de la tierra. Es mi Camino, mi Verdad y mi Vida. Me dice, sobre la dicha, algo asombroso, diametralmente opuesto a lo que me dice el mundo. Esto me llena de admiración y al mismo tiempo de gozo, al ver que la pobreza de los que no poseen bienes terrenos y sienten su dependencia de Dios; que las lágrimas que se derraman por amor a Dios y a los pecadores; y todo sufrimiento  y cualquier amargura en la tierra, no es una desgracia, sino que estoy unida a Cristo por su amor; sino que me conduce a la verdadera felicidad.
He meditado también que si yo consiguiera llevar a cabo este programa que Él me propone hoy, de altísima perfección, sería DICHOSA; sería luz del mundo y sal de la tierra; sería como una ciudad edificada sobre un monte a la cual todos pueden mirar; habría entrado en la ciudadanía del Reino de Dios...

3.- ORA / CONTEMPLA: ¿QUÉ LE DICESA AL SEÑOR CON LA PALABRA?
¡Oh Maestro adorado! Tú sabes el anhelo nostálgico que despierta en mi alma la contemplación de este ideal de vida que me propones hoy: ¡con qué perfección quisiera abrazarlo! Pero me encuentro tan limitada y tan débil...
Sí, Señor; quiero hacer un vacío en mi corazón de todo lo que no eres Tú. ¡Oh Jesús amadísimo! Tú, en efecto, eres toda mi Riqueza; entonces no hay vacío, ¡hay plenitud de amor! Así seré colmada por tu generosidad infinita, y seré y podrás llamarme verdaderamente ¡dichosa! Gracias, Señor.

4.- PON EN PRÁCTICA / ANUNCIA: ¿QUÉ HACER CON L A PALABRA?
Tendré muy en cuenta los criterios de Jesús:
Jesús ensalza y canoniza la pobreza y el sufrimiento.
Lamenta y compadece las riquezas acumuladas y las vanas alegrías de los placeres y de los honores...
Debo cultivar y alimentarme de las enseñanzas de Jesús y cimentar mi vida espiritual en su Palabra sapientísima.