¿SABES QUIÉN FUE SANTA CLARA?
Seguramente habéis oído hablar mucho de S. Francisco de Asís, pero menos, mucho menos de Santa Clara. Nosotras que somos hijas de tan insigne madre y seguidoras de su preciosa espiritualidad queremos con este motivo de nuestro centenario daros a conocer a esta mujer excepcional. A pesar de haber pasado ocho siglos de su paso por la tierra, dejó tal rastro de sus huellas y tal atractivo en su vida que ha podido llegar hasta nuestros días con nombres tan sugerentes como “mujer nueva”, “icono de la Virgen María”, a quien siguió tan de cerca que pudo llegar a ser como una imagen de la Virgen por sus virtudes excelsas, derivadas todas de la altísima pobreza que practicó heroicamente, siguiendo a Cristo desde el pesebre hasta la Cruz. Santa Clara podía decir como San Francisco:
“Conozco a Cristo pobre y crucificado, y no necesito nada más”
“Dios mío y todas mis cosas”.
Nació en el año 1193. Fue aristocrática desde la cuna, de un nobilísimo linaje, cuyo castillo de caballeros militares abundaba en bienes de fortuna.
Su madre, Hortolana era una mujer de profunda piedad que, cuando esperaba a su primogénita, estando en oración, tuvo una revelación sobrenatural oyendo las siguientes palabras: “No temas, mujer, porque alumbrarás felizmente una luz que iluminará el mundo”.
Tras haber oído este oráculo tan consolador, Doña Hortolana no dudó en poner a su primera hijita un nombre luminoso que hacía referencia al destino que se le había anunciado. En efecto: Clara, santa Clara ha llenado los siglos con su mensaje de luz y sigue, después de 8 siglos con los mismos fulgores, gracias a la obra de sus hijas, las Clarisas, extendidas por el mundo entero.
Los primeros años de la vida de Clara transcurren en un ambiente de guerra y de inquietud. El feudalismo decadente sustentado por los nobles empezaba a dar paso a una nueva sociedad en que la nobleza ya no tenía la fuerza de los pasados siglos. La burguesía rica que ejercía el comercio y todo tipo de negocios empezaba a tener una gran preponderancia. Así había frecuentes enfrentamientos entre dichas clases sociales.
Corría el año 1200 cuando sucedió una guerra entre el pueblo o burguesía y los nobles de Asís. A estos les obligaron a refugiarse en Perusa.
La familia de Clara tuvo que sufrir este destierro. Cuando vuelve a su castillo de Asís, Clara tiene unos doce años. Es una niña rubia, preciosa y llena de virtudes. Había sido exquisitamente educada por su madre, Doña Hortolana, según su rango y condición. Ella fue siempre una niña muy inclinada a la piedad, a favorecer a los pobres y hacer el bien cuanto podía. Era muy inteligente y aprendió perfectamente a leer y escribir, cosa completamente inusual entre las mujeres de la Edad Media.
Su carácter reúne todas las cualidades de una persona amable y atrayente: es buena, comprensiva, llena de piedad, alegre y agradable con todos, serena y delicada a la vez que firme y fiel en sus propósitos referentes a su entrega a Dios y a su divina voluntad. Así cuando a su tiempo se le propuso el matrimonio, lo rehusó desde luego, pues tenía ya el proyecto de ser toda de Cristo, todo su corazón era de Él.
Su madre se complacía al ver los progresos de su hija en todos los aspectos...
“Conozco a Cristo pobre y crucificado, y no necesito nada más”
“Dios mío y todas mis cosas”.
Nació en el año 1193. Fue aristocrática desde la cuna, de un nobilísimo linaje, cuyo castillo de caballeros militares abundaba en bienes de fortuna.
Su madre, Hortolana era una mujer de profunda piedad que, cuando esperaba a su primogénita, estando en oración, tuvo una revelación sobrenatural oyendo las siguientes palabras: “No temas, mujer, porque alumbrarás felizmente una luz que iluminará el mundo”.
Tras haber oído este oráculo tan consolador, Doña Hortolana no dudó en poner a su primera hijita un nombre luminoso que hacía referencia al destino que se le había anunciado. En efecto: Clara, santa Clara ha llenado los siglos con su mensaje de luz y sigue, después de 8 siglos con los mismos fulgores, gracias a la obra de sus hijas, las Clarisas, extendidas por el mundo entero.
Los primeros años de la vida de Clara transcurren en un ambiente de guerra y de inquietud. El feudalismo decadente sustentado por los nobles empezaba a dar paso a una nueva sociedad en que la nobleza ya no tenía la fuerza de los pasados siglos. La burguesía rica que ejercía el comercio y todo tipo de negocios empezaba a tener una gran preponderancia. Así había frecuentes enfrentamientos entre dichas clases sociales.
Corría el año 1200 cuando sucedió una guerra entre el pueblo o burguesía y los nobles de Asís. A estos les obligaron a refugiarse en Perusa.
La familia de Clara tuvo que sufrir este destierro. Cuando vuelve a su castillo de Asís, Clara tiene unos doce años. Es una niña rubia, preciosa y llena de virtudes. Había sido exquisitamente educada por su madre, Doña Hortolana, según su rango y condición. Ella fue siempre una niña muy inclinada a la piedad, a favorecer a los pobres y hacer el bien cuanto podía. Era muy inteligente y aprendió perfectamente a leer y escribir, cosa completamente inusual entre las mujeres de la Edad Media.
Su carácter reúne todas las cualidades de una persona amable y atrayente: es buena, comprensiva, llena de piedad, alegre y agradable con todos, serena y delicada a la vez que firme y fiel en sus propósitos referentes a su entrega a Dios y a su divina voluntad. Así cuando a su tiempo se le propuso el matrimonio, lo rehusó desde luego, pues tenía ya el proyecto de ser toda de Cristo, todo su corazón era de Él.
Su madre se complacía al ver los progresos de su hija en todos los aspectos...
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