PENSAMIENTO PARA ESTE DÍA
Hermanos: San Francisco "profesaba un amor indecible a la Madre de Jesús; le dedicaba especiales alabanzas, le dirigía plegarias, le ofrecía sus afectos, tantos y tales, que lengua humana no puede expresar". De la mano de Francisco nos acercamos hoy a María para renovarla nuestra confianza y nuestro amor.
OREMOS CON SAN FRANCISCO
Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo entre las mujeres ninguna semejante a ti, hija y esclava del altísimo Rey sumo y Padre Celestial, Madre de nuestro Santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros, junto con el arcángel san Miguel y todas las virtudes del cielo, y con todos los Santos, ante tu santísimo amado Hijo, nuestro Señor y Maestro. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
LECTURA DE LOS ESCRITOS DE SAN FRANCISCO
San Francisco constituyó a la Santísima Virgen María abogad de su Orden, y puso bajo sus alas, para que los nutriese y protegiese hasta el fin, a todos sus hijos, antes de morir. Celebraba con preferencia a las demás solemnidades y lleno de inmensa alegría, el nacimiento de Jesús, por ser fiesta conjunta del Hijo y de la Madre. No recordaba sin lágrimas la penuria que rodeó aquel día a la Virgen pobrecilla. Así sucedió una vez, al sentarse para comer, que un hermano le recuerda la pobreza de la bienaventurada Virgen... bañado en lágrimas se levanta de la mesa y come el pan sobre el desnudo suelo, proclamando que la pobreza es virtud regia pues ha brillado con resplandores en el Rey y en la Reina. Compuso para honrarla esta hermosa oración:
¡Dios te salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María! Virgen convertida en templo y elegida por el santísimo Padre del Cielo, consagrada por él con su santísimo Hijo amado y el Espíritu Santo Paráclito; que tuvo y tiene toda la plenitud de la gracia y todo bien. Salve palacio de Dios. Salve tabernáculo de Dios, Salve casa de Dios. Salve Madre de Dios. Salve esclava de Dios. Salve, también todas vosotras, santas virtudes, que por la gracia e iluminación del Espíritu Santo, sois infundidas en los corazones de los fieles para hacerlos, de infieles, fieles de Dios.
REFLEXIÓN
Francisco revela todo lo que la profundidad de su fe contemplaba en la Virgen cuando nos dice que el Hijo de Dios recibió de ella "la carne verdadera de nuestra humanidad". Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo consagran a María convirtiéndola en Palacio, tabernáculo, casa, vestido, sierva y madre de Dios. Todos estos nombres en su inacable admiración de Francisco a la Virgen, ofrecen su entera riqueza contemplados desde los dos últimos. Al decir "sierva", Francisco decía acogida, espacio vacio, pobreza. Y al decir "Madre", Francisco proclamaba toda su gracia, señalando además su lugar y la necesidad de ella en la historia de la salvación. Por ella, dirá Francisco, el Hijo de Dios es nuestro Hermano. Así expresaba que María vive en el corazón mismo de la Iglesia, continuando su maternidad por la consagración del Espíritu Santo. También la Iglesia, mediante esta consagración, es morada de Dios en la fidelidad que labran las santas virtudes.
(Pida cada uno la gracia que desee alcanzar )
PRECES
Hermanos: unidos a Francisco, que rodeaba de amor
indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la
Majestad, invoquemos por intercesión de María, la misericordia Divina sobre
todos los hombres.
-Para que la Iglesia, a imitación de María,
conserve virginalmente la fe íntegra, la esperanza firme y la caridad ardiente.
Roguemos al Señor.
-Para que el Espíritu Santo, que engendró en las
entrañas de María al Hijo del Eterno Padre ilumine y aliente a todos los
hombres y los lleve al conocimiento y el amor de su Creador. Roguemos al Señor.
-Para que el ejemplo de María sufriente al pie de
la Cruz dé valor a los que viven rodeados de dificultades y dolor. Roguemos al
Señor.
-Para que todos nosotros, poniendo los ojos en
María, nos esforcemos por imitarla y como ella crezcamos en toda clase de
virtudes. Roguemos al Señor.
Como hermanos de una misma familia, oremos a nuestro Padre: Padre nuestro
OREMOS CON SAN FRANCISCO
Padre santo y justo, te damos gracias porque, al igual que nos creaste por tu Hijo, así, por el santo amor con que nos amaste quisiste que él naciera de la gloriosa siempre Virgen María. Y humildemente suplicamos, por tu amor, a la gloriosa Madre y a todos los ángeles y santos, que, como le agrada, por todas las cosas te den gracias a ti, sumo Dios, con tu queridísimo Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
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