domingo, 26 de octubre de 2014

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO



 Recordar, escuchar, comulgar, es una forma de amar y es una fuente de amor

 ÉXODO 22, 20-26


Así dice el Señor:
-- No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.

SAN MATEO 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús habla hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
-- Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?
Él le dijo:
--“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.


RECORDAR PARA AMAR:

            Así quedó escrito en el código de la alianza: “No maltratarás ni oprimirás al emigrante, pues emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de Egipto”.
A los hijos de Israel se les pide recordar lo que fueron –emigrantes maltratados y oprimidos-, para discernir lo que han de ser: no ciertamente imitadores del Faraón que los oprimió sino del Señor que los liberó.
Recuerda –se le dice- que fuiste oprimido y que yo me fijé en la opresión que padecías; recuerda tus quejas contra los opresores, y que yo las oí; recuerda tus sufrimientos, y que yo no los ignoré; recuerda que te saqué de aquella tierra de esclavitud para llevarte a una tierra que mana leche y miel.
Recuerda, Iglesia cuerpo de Cristo, la gracia que en Cristo se te ha revelado, pues  “por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con él, por la fe en la fuerza de Dios que lo resucitó de los muertos”.
Recuerda que también tú estabas destinada a la ira, “pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo, nos ha resucitado con Cristo Jesús, nos ha sentado en el cielo con él”.
Recuerda la libertad –libertad de hijos- que Dios te ha dado en Cristo Jesús.
Si el Señor te dice que “recuerdes”, tú entiendes que se te pide que “hagas memoria” de sus misericordias, que “escuches” su palabra, que “revivas” sus maravillas, que, recibiendo a Cristo, “comulgues” la gracia, la misericordia, el amor, la resurrección y la libertad que por Cristo se nos han dado.
Recordar, escuchar, comulgar, es una forma de amar y es una fuente de amor.
Recuerda, escucha, comulga, para que ames a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.
Recuerda, escucha, comulga, para amar a tu prójimo como a ti mismo, para hacerte prójimo de quienes te tienen sólo a ti para vivir.
Feliz domingo.


Siempre en el corazón Cristo.

+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

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