ORACIÓN
Ruega por nosotros,
Madre de la Iglesia.
Virgen del Adviento,
esperanza nuestra,
de Jesús la aurora,
del cielo la puerta.
Madre de los hombres,
de la mar, estrella,
llévanos a Cristo,
danos sus promesas.
Eres, Virgen Madre,
la de gracia llena,
del Señor la esclava,
del mundo la reina.
Alza nuestros ojos
hacia tu belleza,
guía nuestros pasos
a la vida eterna.
MONICIÓN
Es muy fácil centrar toda nuestra atención en la escena del Calvario. De pie, María, junto a la Cruz de Cristo, en compañía de otras personas: un hombre joven, Juan. Unas mujeres piadosas. Una pecadora penitente. Dos ladrones crucificados. Dos conversos de última hora: Dimas y Longinos.
A todos los corredimidos por los Dolores de la Virgen, la misericordia de Dios Padre y de nuestro Redentor Jesucristo. Amén.
LECTURA (San Juan 19, 25-27)
"Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre". Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio".
REFLEXIÓN
Todos cobijados por la Cruz que tiene un signo de apertura infinita y eterna. Todos unidos en Cristo bajo su mirada. No hay almas de segunda clase. A todos busca y llama la Iglesia, porque todos son hijos de Dios. No puede haber en la Iglesia monopolios, ni sociedades limitadas, ni exclusivas. Los brazos de Cristo abiertos lo indican y la compañía que tiene la Virgen lo define solemnemente. La Virgen goza de la maravillosa variedad de los Hijos de Dios. La Iglesia es bendita por esa maravilla de la variedad en la unidad: No es cristiano rechazar lo que no nos va o no hemos tenido la humildad de conocer.
Si la Iglesia, que es Cristo, aprueba, nosotros con los brazos abiertos.
La Madre Iglesia es fecunda como la Sangre de Cristo. Amplitud y reciedumbre. Corredención. María no habla, no se le oye ni un gemido y corredime.
ALABANZAS
1.- ¡Salve, Huerto cerrado, con aromas de paraíso, jardín de delicias del Divino Esposo, donde florecieron todas las virtudes!
Dios te salve, María...
2.- ¡Salve, Libro sagrado de la Ley de gracia, por la cual conocemos el beneplácito divino para arribar en el país de la Vida!
Dios te salve, María...
3.- ¡Salve, Resplandor de alegría, destructora de la maldición, Madre Inmaculada del Salvador Cristo-Jesús! ¡Dichosa tú, entre las mujeres!
Dios te salve, María...
A todos los corredimidos por los Dolores de la Virgen, la misericordia de Dios Padre y de nuestro Redentor Jesucristo. Amén.
LECTURA (San Juan 19, 25-27)
"Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre". Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio".
REFLEXIÓN
Todos cobijados por la Cruz que tiene un signo de apertura infinita y eterna. Todos unidos en Cristo bajo su mirada. No hay almas de segunda clase. A todos busca y llama la Iglesia, porque todos son hijos de Dios. No puede haber en la Iglesia monopolios, ni sociedades limitadas, ni exclusivas. Los brazos de Cristo abiertos lo indican y la compañía que tiene la Virgen lo define solemnemente. La Virgen goza de la maravillosa variedad de los Hijos de Dios. La Iglesia es bendita por esa maravilla de la variedad en la unidad: No es cristiano rechazar lo que no nos va o no hemos tenido la humildad de conocer.
Si la Iglesia, que es Cristo, aprueba, nosotros con los brazos abiertos.
La Madre Iglesia es fecunda como la Sangre de Cristo. Amplitud y reciedumbre. Corredención. María no habla, no se le oye ni un gemido y corredime.
ALABANZAS
1.- ¡Salve, Huerto cerrado, con aromas de paraíso, jardín de delicias del Divino Esposo, donde florecieron todas las virtudes!
Dios te salve, María...
2.- ¡Salve, Libro sagrado de la Ley de gracia, por la cual conocemos el beneplácito divino para arribar en el país de la Vida!
Dios te salve, María...
3.- ¡Salve, Resplandor de alegría, destructora de la maldición, Madre Inmaculada del Salvador Cristo-Jesús! ¡Dichosa tú, entre las mujeres!
Dios te salve, María...
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