HABACUC 1, 2-3; 2, 2-4
"¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches? ¿Te gritaré: «Violencia», sin que me salves? ¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas? El Señor me respondió así:
- Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido. La visión espera su momento, se acerca su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse. El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe."
SAN LUCAS 17, 5-10
"En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:
- Auméntanos la fe.
El Señor contestó:
- Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa montaña: "Arráncate de raíz y plántate en el mar," y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."
"En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:
- Auméntanos la fe.
El Señor contestó:
- Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa montaña: "Arráncate de raíz y plántate en el mar," y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."
‘DESENDIOSADOS’ PARA SERVIR:
El profeta escribió: “El injusto
tiene el alma hinchada; pero el justo vivirá por su fe”. Y Jesús dijo a los
apóstoles: “Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
«Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería”. Y nosotros oramos
diciendo: “Escucharemos tu voz, Señor”.
Puede que el lenguaje del
profeta, el de Jesús, el de tu misma oración, te parezca propio de un tiempo
pasado y de una ignorancia en vías de extinción. Puede que me digas: _Contamos
los parados a millones, ¡y tú nos hablas de fe! Contamos por
millares a decenas los que mueren de hambre cada día, ¡y tú nos hablas de escuchar
la voz del Señor! Hemos perdido la cuenta de las víctimas de la
explotación laboral, de la explotación sexual, del tráfico de personas, ¡y tú
nos hablas de arrancar moreras y plantarlas en el mar!
Pues sí, por los parados a
millones, por los muertos de hambre, por los esclavos de todas las latitudes, precisamente
por ellos quiero hablarte de Dios, de su voz y de tu fe.
Muchos pensaron que el dinero
-sacralizado, adorado y concentrado-, sería el garante de un progreso ilimitado
para la humanidad. Lo pensaron y se equivocaron. Prometieron a los pobres un
paraíso, les vendieron un mundo en el que “ningún hombre, mujer o niño se
acostaría con hambre”, no sabría decir si pretendieron engañarles, pero sé de
cierto que se equivocaron en su previsiones.
Parados, hambrientos y esclavos
no son hijos de la tierra o de la fatalidad, sino hechura de un dios llamado
dinero. Parados, hambrientos y esclavos son en realidad las víctimas que el
dinero necesita para mantenerse erguido en su pedestal.
El dinero endiosado
miente, esclaviza y mata.
No así Dios: Su Verbo se hizo
carne solidaria de nuestra carne, se hizo hombre solidario de nuestra
humillación. El Hijo de Dios se hizo pobre por nosotros, para enriquecernos con
su pobreza. El Señor de los cielos se hizo siervo de todos, para enseñarnos el
camino que lleva a la verdadera grandeza. La Palabra se arrodilló a los pies de los pobres,
para curar enfermedades, iluminar oscuridades, expulsar demonios, abrir
sepulcros, perdonar pecados, revelar el evangelio del amor y proclamar un
jubileo de gracia y misericordia. La
Palabra ‘se desendiosó’ –san Pablo diría: “no hizo alarde
de su categoría de Dios”-, y, de ese modo, empobrecida, anonadada,
solidaria y compasiva, se hizo camino, verdad, vida para todos.
No sé si un día iremos, también como
creyentes, a una huelga para defender los derechos de los pobres; pero sé que
hoy, en nuestra celebración, vamos a una comunión real con Cristo y con los
pobres de la tierra. Comulgaremos escuchando y comiendo. Y la comunión hará de
cada uno de nosotros un cristo solidario con los demás, un pobre capaz de
enriquecer a muchos, un pequeño que ha conocido por gracia el camino de la
dicha. Hoy, escuchando y comiendo, comulgaremos una Palabra que se abaja hasta
nosotros, que se pronuncia entre nosotros, que se nos entrega, para que, acogiéndola
en la fe, vayamos como ella al encuentro de los excluidos, sirvamos como ella a
los desechados al borde del camino, seamos como ella pan para los hambrientos
de la tierra y, como ella, nos ‘desendiosemos’ para servir a los
últimos.
Feliz domingo.
Siempre en el corazón Cristo.
+ Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger
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