Pienso que en toda llamada por el Señor tiene que haber un diálogo de amor intenso, sentido.
Hablaré desde mi propia experiencia: desde mis primeros años de adolescente, el Señor Jesús me cautivaba y por lo tanto, el Amor con mayúscula era un intercambio entre Jesús y Mary.
Sentía que me decía: "¿me amas? Mírame muerto en la Cruz o en el Sagrario, todo mi amor para ti". Esto me enternecía de amor, a la vez oía en mi corazón: "Y tú por mí ¿qué piensas hacer?" Ante tanto amor, yo, henchida de gozo respondía: "Seré para Ti, me entregaré a Ti en la vida religiosa". Mas con el tiempo el amor se hacía más apremiante, más fluido; fue cuando decidí hacerme contemplativa.Me sentía amada y seducida por Él y me dejé seducir.
Me encantaba leer la vida de los santos antiguos, mártires y vírgenes, todas ellas jovencísimas, que con tamor ardor habían amado con pasión al Señor. Yo me decía: "Si ellas pudieron yo también seré tuya". Fomentaba este amor los ratos pasados en la Capilla de las Hijas de la Caridad o en la parroquia; eran ratos deliciosos, era un diálogo de amor fluido pero callado en el que me sentía amada de pies a cabeza.
A este propósito recuerdo que en el colegio, cuando me vestían de ángel para la Eucaristía o Adoración al Santísimo, era algo maravilloso. Sentía que mi amor tenía que ser para el Señor, como el del ángel que representaba; era una experiencia viva; me parecía que Jesús me tiraba dardos de amor para que fuea de él y me arrastraba en pos de sí, y yo de verdad me sentía verdaderamente amada por Él.
Después de muchos años de vida consagrada le digo cada día esta pequeña oración para que mi lámpara, mi vida no se apague:
"Señor, en tantos años que voy de un trabajo a otro, de una distración a otra, déjarme susurrar de rato en rato una palabra de amor a Ti. Que yo viva mi vida en lo sobrenatural, llena de energía para el bien y vigorosa en mi empeño de santidad. Este es mi amor por Ti.
(Sor Mª Isabel del Niño Jesús,)
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