Une tu oración a la de Cristo y te
harás adorador del Padre en espíritu y verdad.
Dile al Señor Jesús con fuerza: sé
Tú mi oración.
Y déjate guiar por el Espíritu
Santo.
Él es el único y verdadero Maestro.
Él, con su viento y con el fuego de
su Amor, te introducirá en el encuentro.
Inclina tu oído y tu corazón para
recibir con amor y eficazmente la Palabra.
Aprende a leerla escuchando.
Piensa que no es una palabra dejada
en un libro, sino que es una Palabra suya para ti.
Si vives en todo el encuentro con la
Palabra harás de tu vida un encuentro.
En tu diálogo con el Señor tendrás
que limitarte muchas veces a decir simplemente: “Sí, que se haga en mí según tu
Palabra”, como María, la mujer orante y disponible.
Haz de toda tu vida una respuesta
gozosa a la voluntad de Dios.
Él tiene un plan de amor para ti,
Haz el don de tu amor absoluto y
abandónate en las manos de Dios.
Valora la presencia del Señor en la
Eucaristía como lugar del Encuentro.
Él está allí y te espera porque te
ama.
Que tu oración sea siempre un
encuentro profundo con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
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