La silenciosa vida de Clara y la nuestra tienen
mucho que decir, no tanto con palabras, sino con la vida, como un elocuente
susurro vivo para el que quiera intuir.
Dios está vivo y es continuo Manantial
de Vida. ¡De qué si no Clara y tantas hermanas después de ella, lo hemos dejado
todo por Él! La mejor señal de que pasa un autobús por un determinado lugar es
que haya gente esperando. Miles de mujeres y hombres esparcidos por el mundo,
en comunidades, dedicándose al encuentro con Dios de por vida, es la mejor
señal de que Dios vive y se comunica.
Nuestra sociedad invadida por tantas
palabras, muchas veces manipuladas, hace que la palabra vaya perdiendo su valor
y esté necesitada de testigos elocuentes.
Clara nos invita a vivir de Dios. Nos
avisa de un engaño: no damos lo que queremos, sino lo que somos y tenemos. Sólo
la vida engendra vida. Si no vivimos de Dios, diremos frases bonitas sobre él
pero no haremos que nadie caiga de rodillas estremecido ante su presencia viva.
( Tomado del libro “Clara de Asís, habitada por
la vida y el amor" de las Hermanas Clarisas de Salvatierra )
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