En
las relaciones es donde tenemos nuestros mayores gozos y sufrimientos. Todos
aspiramos a amar y ser amados.
En
nuestra aldea global se han acortado distancias, diferentes culturas convivimos
juntas, pero la unión y la cercanía no la da el pasaporte, ni internet, ni las
autopistas, ni el “WhatsApp”. Sólo Cristo nos hermana desde dentro y nos
capacita para ser hermanos de todos.
Clara,
desde si sentirse hija amada, se descubre hermana universal, hermana de todos y
de todo. Ella nunca se nombra sola, siempre es en relación con Dios, Francisco
y las hermanas. Clara nos dice que la fraternidad no consiste en estar cerca
sino en contemplar a cada persona desde la mirada de Dios y descubrir en todos
su dignidad y belleza.
Clara
es hermana universal, profeta de paz, creadora de una nueva fraternidad donde
cada uno, sin excluir a nadie, es importante por sí mismo. Desde niña vio
horrorizada el terror de las guerras y padeció el exilio. Con dolor comprobó
que el odio engendra odio, y sólo el amor y el perdón al enemigo lleva a la
ansiada paz. Cristo pacificó su corazón.
¡Cuánto
necesita de este talante de reconciliación y paz nuestro mundo! Acojamos esa
paz y seamos, a manos llenas, sembradores de paz, perdón y reconciliación.
(Tomado
del libro “Clara de Asís, habitada por la vida y el amor" de las Hermanas Clarisas de Salvatierra)
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